Intelectuales influyentes
Ver nota
Etiquetas: Cultura, Reflexion religiosa
Algunas novedades y reflexiones; libros y otras cosas...
Etiquetas: Cultura, Reflexion religiosa
Etiquetas: Clinica, Internet, Psicopatologia, Reflexion religiosa
Etiquetas: Reflexion religiosa
Etiquetas: argentina, politica, Reflexion religiosa
Etiquetas: Cultura, politica, Reflexion religiosa
Etiquetas: Anselm Grün, Novedades Bibliograficas, Psicoanalisis aplicado, Reflexion religiosa
Etiquetas: argentina, Cultura, Reflexion religiosa
Etiquetas: Conversion de San Pablo, Reflexion religiosa
Etiquetas: Conversion de San Pablo, Onomastico, Reflexion religiosa
La perfecta alegría
Es invierno: viento, lluvia, nieve. Por el camino que va de Perugia hasta Asís dos mendigos marchan ensimismados en sus reflexiones. Son el hermano León y el hermano Francisco. Éste, que camina unos pasos más atrás de León, de pronto, gritando más fuerte que el viento, expresa en voz alta sus reflexiones.
- ¡Hermano León! Aunque una persona conozca todos los secretos de las ciencias y llegue, por las vías del progreso a las entrañas del mar y la tierra y hasta las estrellas más lejanas, escribe y advierte que no está en eso la perfecta alegría...
Sorprendido, el hermano León escucha y sigue caminando. Al poco vuelve a vocearle el hermano Francisco:
- ¡Hermano León! Aunque alguien sepa todas las lenguas y con ellas se eleve a las más altas cimas de la cultura y pueda comunicarse con todo el mundo, escribe que no está en eso la perfecta alegría...
Nuevo asombro y nuevo silencioso meditativo andar del hermano León. Y de nuevo, la voz del hermano Francisco:
- ¡Hermano León! Aunque un hombre llegue a vencer el dolor y a suprimir toda lágrima por el arte de la medicina y de la psicología, escribe bien claro que no está en eso la perfecta alegría...
Y vuelta a andar y a pensar. Y otra vez la voz de Francisco:
- ¡Hermano León! Aunque alguien, metido a redentor del hombre, haga el milagro de nivelar todas las diferencias sociales, y todas las gentes del planeta disfruten, gracias a él, de una vida confortable, escribe que tampoco está en eso la perfecta alegría... Ni en esos logros -añadió- ni aunque uno de nosotros consiguiera convertir a la fe y al amor de Cristo a multitudes o lograra la unidad de todos los cristianos... No está en eso la perfecta alegría...
El hermano León, intrigado ya por las afirmaciones de Francisco, se paró y le dijo:
- Hermano Francisco, te ruego en el nombre del Señor: si no está en la ciencia, ni en la cultura, ni en la salud, ni en la belleza, ni en la riqueza, ni en el éxito, ni siquiera en el logro del apostolado, ¿en qué está entonces la perfecta alegría?
Francisco tomó la palabra y habló así:
-Imagina, hermano León, que al llegar nosotros al convento de Santa María, ya de noche, así empapados como vamos y tiritando de frío, con hambre y cansados, llamamos a la puerta y, sin abrirla ni preguntar palabra, el hermano portero nos contesta: "No son éstas horas para llamar. Iros a otra parte a robar la limosna a los pobres, ¡ladrones!". Si nosotros sufrimos este desplante sin alteramos, por el amor de Jesucristo bendito, pensando humilde y caritativamente que aquel portero conoce realmente nuestra indignidad y que Dios le hace hablar así contra nosotros, escribe, hermano León, que en eso sí está la perfecta alegría. Y si nosotros, ateridos por el frío y forzados por la incomodidad, llamamos de nuevo al rato, y al decirle “Somos dos hermanos vuestros que no hemos podido llegar antes por la inclemencia del tiempo”, sale él reventando de ira y nos increpa al vernos así, escuálidos y con nuestro hábito pobrecillo: "¡Lo que sois es una pareja de vagos, que haríais mejor en buscar un trabajo decente! ¡Que otros os dé de comer y asilo!", y añade cien perrerías más, y termina dándonos violentamente con la puerta en las narices; si nosotros escuchamos toda esa letanía de improperios con paz en el rostro y alegría en el corazón, acordándonos de Jesucristo bendito, escribe, hermano León, que ahí sí está la perfecta alegría. Y sí, pobrecillos de nosotros, no pudiendo soportar ya ni el sueño ni el hambre, ni el hielo de la noche, nos animamos a llamar por tercera vez, y sale él como en tromba blandiendo un garrote y nos toma por la capucha y nos arrastra, como a unos muñecos, hasta el medio de la calle, y allí nos zarandea a placer entre el agua y la nieve, moliéndonos a palos y dejándonos sin fuerza y sin respiro diciéndonos que este es nuestro merecido...; si nosotros soportamos cada palo, cada ofensa, cada humillación e ignominia con una enorme paciencia y alegría, acordándonos de nuestro Señor Jesucristo crucificado, pensando en sus penas que nosotros debemos sufrir por su amor, escribe, hermano León: Ahí, ahí sí está la perfecta alegría; porque de todos los otros bienes no podemos gloriarnos, porque de Dios son, pero en la Cruz de las tribulaciones, sí podemos, porque es cosa nuestra, que nos corresponde.
Etiquetas: Reflexion religiosa
Había una vez un rey que tenía más de lo que su corazón podía desear, pero no era feliz. Había una vez un campesino que tenía un viña que cultivaba con esmero, y daba a los pobres de ella. El rey y el campesino eran vecinos, y el rey siempre lo miraba trabajar y dar a los pobres. ¿Qué hizo el rey? Mató al campesino, derribó la viña y dispersó a los pobres.
Salmo 73, 2 Samuel 11-12.
[Actualización: el Rey fue decapitado por un hermano. Se lo oyó decir: "Y yo decía en mi prosperidad [desconsiderada] 'Jamás seré movido, porque con tu favor asentaste mi monte en Tu Fortaleza', pero ocultaste Tu Presencia, y quedé aterrado" (Sal 30, 7-8)]
Etiquetas: Reflexion religiosa
Etiquetas: Reflexion religiosa
Etiquetas: Reflexion religiosa
Etiquetas: Juan Pablo II, Onomastico, Reflexion religiosa
Etiquetas: Juan Pablo II, Onomastico, Reflexion religiosa
Mientras Juan Pablo II se encamina al Señor no deja de dar testimonio de la presencia de Cristo en el mundo, es decir, de evangelizar. El primer testimonio de todos es, quizás, haber presenciado el hecho inédito de un acto de oración formado por miles de millones de personas, sin distinción de credo. El viernes 1 de Abril, por la noche, el mundo entero se unió en oración por largas horas. Otro signo evangelizador creo que ha sido la fuerza espiritual con la que enfrentó su enfermedad. En éste se puede ver claramente cómo el mal no es ni escándalo para la fe ni argumento contra la existencia de Dios. Un tercer testimonio: por la ausencia potencial de Juan Pablo II el mundo reconoce su clara sensación de desprotección y desamparo. Lejos de una interpretación superficial que tuviera que ver con la angustia existencial de la libertad ante la ausencia de una figura paternal y sobreprotectora, su fallecimiento pone en evidencia que sin la Iglesia el mundo no sería mejor -como tantas veces se ha afirmado-, sino al contrario; y esto no ha sido constatado deductiva sino afectivamente: la oración unió al mundo en el amor a un hombre y, en tanto humanidad, nos hicimos responsables de nuestro deseo que tenga una buena muerte, responsables ante Dios, el prójimo y nosotros mismos. ¡Qué lejos está todo esto de nuestro comportamiento ante las guerras, especialmente la última! ¡Qué pequeño aparece el mal ante un mundo que reza unido! La Fe, la Esperanza y el Amor, tesoros eclesiales, se los debemos a los evangelizadores que nos precedieron. Podríamos ver una señal más. Su agonía comenzó el viernes de Pascua y era casi imposible no asociar una muerte con otra. En su fortaleza y su fe subyacía la figura de Jesús, obediente y fiel hasta último momento. Juan Pablo II así lo quiso también, pues aún teniendo el beneficio de la renuncia -por la que nadie le hubiera objetado nada- mantuvo su fidelidad al llamado vocacional hasta el último aliento dando testimonio de la Vida en Dios. Por su fidelidad responsable hasta las últimas consecuencias, el mundo se unió en la responsabilidad por él; en otras palabras, él no abandonó a Cristo, y el mundo, no lo abandonó a él. ¿No es eso un Pastor? ¿No fue Pastor de todos? Mis últimas palabras son de agradecimiento por sus incansables mediaciones a favor nuestro, y especialmente de Argentina y Chile, países de los que tantas vidas jóvenes salvó de la muerte. ¡Que necio nos aparece el comentario de quienes crucificaron a Jesús: "Salvó a otros y no puede salvarse a sí mismo"! Sin embargo, este es el misterio de nuestra fe: la Resurrección de Jesús, la entrega a Aquél que nos puede resucitar de entre los muertos.
"El Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma" Salmo 121, 7.
Etiquetas: Juan Pablo II, Onomastico, Reflexion religiosa
Etiquetas: Reflexion religiosa
Etiquetas: Reflexion religiosa